TIEMPO DE ADVIENTO
Es tiempo de esperar, pero no como quien se sienta a ver pasar las horas, sino dentro de una espera dinámica que me lleve a mirar en mi interior bien adentro, pero también bien afuera, para salir al encuentro del otro.
En un mundo donde las prisas son el pan de cada día, esperar es un reto, pero solo así podremos fortalecernos y ensanchar el corazón. Apreciemos y vivamos este tiempo que nos regala nuestra Santa Madre Iglesia, para prepararnos pues a la venida del Señor. Dios que se hizo hombre hace más de dos mil años casi de puntitas en un humilde portal en Belen, Dios que vendrá en justicia y majestad al final de los tiempos; y quien sigue viniendo todos los días al corazón dispuesto y abierto a su amor.
Toda nuestra vida es “adviento”: Dios está viniendo. Él viene en su Palabra, en su Espíritu que nos da la fe, en los sacramentos de la Iglesia, en las luchas y alegrías de la vida, en cada uno de nuestros hermanos, sobre todo en los más pobres y sufridos. Hay que saber esperar a Dios. Hay que saber buscar a Dios. Hay que saber descubrir a Dios.
Pidamos al Señor que venga a nuestra vida, a nuestras familias, a nuestra nación que tanto hambrea justicia, amor y verdad.
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